La cita de Javier Romero, «Para poder enseñar correctamente debemos partir desde el cerebro del niño, nunca desde el cerebro del adulto», nos invita a reflexionar sobre la importancia de adaptar la enseñanza del español como lengua extranjera a las características cognitivas y psicológicas de los estudiantes.

En primer lugar, es importante destacar que los niños tienen una capacidad innata para adquirir y aprender idiomas, lo que significa que su cerebro está preparado para procesar información lingüística de manera natural y sin esfuerzo. Por otro lado, los adultos que aprenden un idioma enfrentan desafíos diferentes, ya que su cerebro está más estructurado y es más difícil para ellos adquirir una nueva lengua de manera natural.

Por lo tanto, al enseñar español como lengua extranjera, es importante partir desde el cerebro del niño, lo que significa utilizar técnicas y estrategias de enseñanza que fomenten el aprendizaje natural y sin esfuerzo. La mejor forma de aprender una lengua siendo adulto es sin lugar a duda la inmersión lingüística, sin embargo en la mayoría de los casos con nuestra ajetreada vida laboral y obligaciones familiares esta situación no es viable. Así bien, existen otras formas de aprender un idioma también efectivas que pueden incluir, la enseñanza de vocabulario en contextos auténticos y el uso de juegos y actividades lúdicas.

Además, es importante tener en cuenta que los estudiantes adultos pueden tener diferentes necesidades y objetivos de aprendizaje que los estudiantes jóvenes. Por ejemplo, pueden estar más enfocados en aprender vocabulario y habilidades comunicativas específicas para su trabajo o sus necesidades cotidianas. Por lo tanto, los profesores deben adaptar su enseñanza en consecuencia para satisfacer las necesidades y objetivos de los estudiantes adultos.

En definitiva, la enseñanza del español como lengua extranjera debe partir de una comprensión profunda del cerebro y las características de los estudiantes, ya sean niños o adultos. Al adaptar las técnicas y estrategias de enseñanza en consecuencia, podemos fomentar un aprendizaje natural y sin esfuerzo, y satisfacer las necesidades y objetivos de cada uno de nuestros estudiantes. En última instancia, esto puede hacer que el proceso de aprendizaje sea más efectivo y significativo para ellos.

Esperamos que esta breve reflexión os haya gustado y esperamos leer vuestros comentarios. ¿Cómo aprendéis idiomas vosotros siendo adultos? ¿Encontráis más dificultades que hace unos años? ¡Os leemos! 🙂

 

Luna Clemente Sepúlveda- Practicas ELE- Proyecto Español.